Por Ricardo Bustos
Nadie más que yo, desearía que esta década horrible se vaya de una vez. Nada se borra de lo vivido, sea o no bueno y malo a la vez, porque de eso se trata la vida.
En lo personal me ha tratado terrible, pero como no soy egoísta, respeto a todos quienes también la han sufrido.
Habrá millones que tuvieron alegrías y abundancia y la lógica indica que debemos felicitarlos y desear que la nueva década reciban el doble del bienestar que han tenido.
Este último año de la segunda década del siglo, nos dejó sin margen para reaccionar a todos por igual porque no estábamos preparados para algo tan difícil de entender, aún para quienes tienen experiencias de vida muy complicadas. Por un instante, pobres y ricos, caminamos del brazo apoyándonos mutuamente porque nada era para uno solo.
Los días y meses fueron pasando y dejaron huellas que no se borrarán porque después de la lluvia, el barro se seca y deja las marcas en los caminos.
Recuerdo las epidemias desde que era niño y como no tenía noción de que se trataba, por razones obvias, solo atinaba a ver qué en el barrio o la Ciudad, muchos niños vecinos, compañeros de la Escuela o de diversión en la Plaza Castelli de calle 25 y 67 en La Plata, un día ya no fueron a la Escuela, no jugamos en la plaza y nos fuimos enterando que estaban conectados a enormes respiradores, si no recuerdo mal, llamados «pulmotor» para que puedan respirar porque la maldita «Poliomielitis» había ingresado en sus cuerpos.
Los que quedaron con vida, tuvieron secuelas gravísimas y era tal la cantidad que nivel nacional tuvieron que crear una entidad para rehabilitación física llamada ALPI y en La Plata, nació en Plaza Italia APRILP (Asociación Pro Rehabilitación Infantil La Plata) que en su mayor parte era mantenida por familiares y benefactores y algún aporte del Estado, según el gobernante de turno y su sensibilidad.
Como en el Tango…»Eran otros tiempos, los tiempos aquellos» y nada se sabía tampoco cuando llegaba alguna Pandemia como la que hoy nos conmueve en el mundo entero. Antes, fue igual o peor porque no existían tantos Científicos y tampoco había medios o Comunicación en tiempo real como hay ahora. Apenas un Teléfono en un Laboratorio, el telégrafo, los Laboratorios que, generalmente estaban en las Universidades estatales y una logística muy rudimentaria.
Imaginemos tener que trasladar antes una vacuna a menos 70 grados de temperatura. Muchos no se acuerdan quizá, pero la «tos convulsa» que también llegó para quedarse, es una enfermedad infecciosa respiratoria aguda, altamente contagiosa, que se transmite de un individuo infectado a otro que es susceptible por medio de las gotitas de saliva que se eliminan al toser. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), causa alrededor de 50 millones de casos y 355,000 muertes anuales en el mundo.
A pesar que la vacunación contra esta enfermedad se brinda durante la primera infancia, la protección disminuye con el paso del tiempo, principalmente en la adolescencia y edad adulta. Debido a ello, estos últimos grupos son los que al contraer la infección pueden transmitirla a los lactantes más pequeños que aún no están vacunados o no han completado el esquema de vacunación, quienes presentan mayor frecuencia de hospitalización, complicaciones e, incluso la muerte.
Como vemos, hemos tenido otras pestes muy similares al Covid-19 e idéntica forma de contagiar.
En la Argentina, la pandemia de coronavirus es la segunda en lo que va del siglo XXI, ya que la primera fue la gripe A, en junio de 2009, causada por una variante del Influenza virus A (subtipo H1N1). Originalmente se la llamó gripe porcina, pero la OMS decidió denominarla H1N1. En agosto de 2010 se anunció su fin y tuvo una mortalidad baja, en contraste con la amplia distribución del virus, causando unas 19,000 víctimas fatales. En Argentina hubo 626 muertos.
La lista es muy extensa y no estamos para lágrimas gratuitas por estos días, pero si es bueno saber, que esta no es la primera vez que recibimos este tipo de castigos y sin aviso.
Cada uno de nosotros, ha vivido esta década que ya se termina, con alegrías y tristezas, éxitos o fracasos, pero todos al final llegamos a la meta el día 31 a la hora 24, convencidos que no nos hizo bien a la mayoría de los Argentinos porque hemos perdido, amigos, familiares, compañeros de ruta, Profesionales del Sistema de Salud Nacionales, provinciales o Municipales en el ámbito Privado o Estatal, Muchos servidores públicos que estuvieron al servicio de nosotros, también nos dejaron y por el recuerdo hacia ellos, deberíamos valorar cada minuto que falta para terminar el año, que estamos vivos, aún sin importar en que condiciones socioeconómicas nos dejó esta Cuarentena eterna, que algún día alguien deberá explicar el motivo que los llevó a provocar semejante desastre psicológico y económico en la mayoría de la población y sin resultados positivos a la vista porque hemos perdido a casi 45,000 hermanos (hasta hoy).
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador
Capiovi, Misiones, Argentina
DNI 7788556
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